Friday, February 16, 2007

EL POZO

JUAN CARLOS ONETTI


"He leído que la inteligencia de las mujeres termina de crecer a los veinte o veinticinco años. No sé nada de la inteligencia de las mujeres y tampoco me interesa. Pero el espíritu de las muchachas muere a esa edad, más o menos. Pero muere siempre; terminan siendo todas iguales, con un sentido práctico hediondo, con sus necesidades materiales y un deseo ciego y oscuro de parir un hijo. Piénsese en esto y se sabrá por qué no hay grandes artistas mujeres. Y si uno se casa con una muchacha y un día se despierta al lado de una mujer, es posible que comprenda sin asco, el alma de los violadores de niñas y el cariño baboso de los viejos que esperan con chocolatines en las esquinas de los liceo"

Wednesday, February 07, 2007

AMAR EL DAÑO

ROSA MONTERO
EL PAIS, ESPAÑA

Una de las mayores fuentes de atracción sexual y amorosa entre los humanos es el desequilibrio mental. No es una broma, sino una inquietante realidad a tener muy en cuenta. Lo explica muy bien Cyril Connolly, el célebre crítico literario inglés, en su Obra Selecta publicada por Lumen: “El amor a primera vista –y la primera vista es la consumación suprema para los románticos– es una intuición, engendrada por el hábito, de la persona que puede hacernos daño”. Cyril Connolly era un neurótico importante, y de ahí que conociera tan bien esa terrible tendencia amorosa que consiste en emparejarse con la persona más inconveniente. Muchos hombres y muchas mujeres se sienten instantánea y extrañamente atraídos por individuos psíquicamente inestables y además dañinos. No se trata, naturalmente, de una elección consciente, sino de un error tan repetitivo que termina siendo una costumbre.
Se me ocurre que, cuanto más neurótico es uno, más se dispara este mecanismo. Es como si los desequilibrios se atrajeran mutuamente. A veces las carencias de uno y otro se armonizan para bien, pero a menudo se produce una especie de enganche en lo peor, como si la neura de uno avivara la neura del contrario. Como dos argollas que se cierran para procurar la perdición de los encadenados. Hay parejas, en fin, que son un verdadero monumento a la inadecuación, como si ambos hubieran buscado, justamente, a la persona que más pudiera perjudicarles.
Recuerdo, por ejemplo, la terrorífica historia del pintor Modigliani y Jeanne Hébuterne, su última mujer. Cuando se conocieron, en 1917, él tenía 33 años y ella diecinueve. Paupérrimo, bohemio, drogadicto y alcohólico, para entonces Modigliani ya estaba a medio camino de la catástrofe, pero Jeanne, una mujer terriblemente pasiva, dependiente y mortífera, no sólo no hizo nada por sacarle de allí, sino que completó el círculo autodestructivo. Durante tres años se machacaron el uno al otro, encerrados en un infierno doméstico cuyo solo atisbo pone los pelos de punta. Al cabo, en enero de 1920, tras unos últimos días demenciales que pasaron encerrados en el cuchitril en el que vivían, sin dinero, sin leña para el fuego, sin medicinas y sin comida, Modigliani murió de meningitis tuberculosa entre terribles sufrimientos. Horas más tarde, Jeanne, que estaba embarazada de nueve meses, se suicidó arrojándose por una ventana desde un quinto piso. Y lo más impresionante es que, a medida que vas siguiendo los sórdidos avatares de esta relación, va creciendo en ti la certidumbre de que, si se hubieran separado, posiblemente hubieran podido sobrevivir los dos.
Hay amores que matan, en efecto, pero justamente porque no son amores, sino dislocaciones del alma, desquiciamientos. Como la pérfida pasión que mantuvieron los poetas Rimbaud y Verlaine durante un par de años. Violentos, sadomasoquistas y feroces, jugaban a clavarse cuchillos en las manos sobre los veladores de los cafés parisinos. Su historia terminó cuando Verlaine le pegó un tiro a Rimbaud (y por casualidad le hirió también en una mano, precisamente). Ambos llegaron a tener tan claro que la relación les destruía que el resto de su vida se estuvieron huyendo, de la misma manera que intentaron huir del alcohol o el hashish. De hecho, estoy convencida de que la separación prolongó la existencia de los dos. Aunque, a decir verdad, los años que vivieron cada uno por su lado después de la ruptura fueron penosos.
Vargas Llosa describe maravillosamente bien este tipo de amor, que en realidad es más bien una enfermedad, en su última novela, Travesuras de la niña mala (Alfaguara). Su protagonista, un hombre pasivo y vitalmente cobarde, queda prendado de una chica desquiciada y nociva, el tipo de mujer del que cualquier persona sensata saldría huyendo. Pero en el amor (en la dolencia amorosa) casi nadie es sensato. Antes al contrario: como he dicho, la chifladura del otro atrapa y encandila. Y eso es lo que le sucede al protagonista de Vargas Llosa: se enamora de la loca precisamente porque es loca. Y en un giro conmovedor de esta hermosa y triste historia, resulta que al final, pese al dolor y la perturbación, la locura de la loca es lo mejor que le pasa en la vida a ese hombre pasivo. Pero esto, claro, es una novela del maestro Vargas Llosa. En la vida real me parece que es mejor salir corriendo cada vez que te atraiga alguien dañino.

Sunday, February 04, 2007

CARTAS DESCONOCIDAS DE CORTÁZAR

CARTAS DESCONOCIDAS DE CORTÁZAR
( Transcribo del semanario uruguayo Brecha)

”Mi vida entera podría ser trazada leyendo las cartas que llevo escritas”, escribió Julio Cortázar a los 27 años. Cuando murió, a los 70, dejó tantas que la reunión (incompleta) de su correspondencia ocupó dos mil páginas en tres tomos de gran formato. (Cartas, Alfaguara, 2000) La cuidada recopilación que hizo entonces Aurora Bernárdez, su primera mujer y final albacea, fue cuidadosa pero dejó inevitablemente piezas afuera. Los fragmentos que siguen son parte de ese sospechoso resto que quedó inédito. El destinatario de estas cartas es Eduardo Castagnino que, aunque apenas cuatro años mayor que el escritor, fue su profesor en la Escuela Normal donde Cortázar estudió para maestro. Se cartearon durante 27 años, desde cuando el joven escritor recorría pueblos y provincia como profesor y padecía los bombos peronistas hasta después del éxito de Rayuela. Presentadas por el nieto de Castagnino, las cartas de Julio se dieron a conocer recientemente en el primer número de la revista Nómada de Buenos Aires. Suerte de biografía involuntaria, las cartas de Cortázar son afines a su obra, cosa que no siempre ocurre con los escritores. Fue a través de sus cartas que se supo quién fue el disputado modelo para la Maga. Estas que presentamos hoy tienen el sabor de las primeras complicaciones, parte de su educación intelectual, dicen con frescura y pasión de sus afinidades electivas en la cartografía de sus precursores. En este inmenso corpus, faltan, siguen faltando, las cartas de amor de Cortázar.

Thursday, January 04, 2007

COMO HACER UN ALTO EN EL TIEMPO

Manuel Pérez García
rodelú

Que la poesía es un alimento no cabe la menor duda. Si recurrimos a ella cada día en pequeñas dosis atraparemos un alto en el tiempo y controlaremos el instante primario de un pensamiento, pasajero sin billete capaz de birlarle a la vida sus dichas y desdichas, sus afanes y desafanes, su signo cruel y el affable, en fin, todo el condimento que nos señala y nos recuerda el cómo y el porqué de para que estamos aquí. ¿Para qué estamos? That is the question. .
Hebert Abimorad precisamente en sus poemas, aunque frugálicos, sustanciosos, propone al lector ese alto en el camino del tiempo e invita a reflexionar sobre lo cotidiano, lo nuestro y lo ajeno. Un puente que extiende sus brazos desde un pasado ya con treinta años a un presente perfectamente cuestionable.
El poeta adentra el andar en ciudades memoriosas pero con su memoria tercamente anclada en las calles de otra ciudad, palpitante siempre, al sur de sus huellas y su insomnio. Huellas marcadas por sentires descriptos y descubiertos, estela de una de esas dos vidas que a veces nos cuesta admitir pero que existen y se espejan en poemas como frases y frases que navegan poemas. Antes de comenzar a andar el pie debe moverse, reflexiona y escribe Abimorad.desesperan, al ver la cadena romperse.
Hebert Abimorad no necesita proclamar su condición de poeta y de uruguayo, la misma fluye natural y se define con claridad y, más que eso, con una sinceridad que comparto:
ayer los uruguayos/ más o menos/ le cantábamos a los farolitos/ los cruces de calles/ algo del 32/ y dos goles casuales/ hoy/ más o menos/ la misma cosa
Editado en Madrid por Ediciones Libertarias, esta nueva entraga de Poemas Frugálicos de Abimorad tiene la capacidad de pasear por México, exiliarse y desexiliarse, dudar y afirmar, censurar y abrir de par en par las ventanas de sus ser pero siempre de guardar en la bitácora los pensamientos crípticos/ cerca del timón que conduce mi (su) vida.
Hebert Abimorad nació en Montevideo Reside en Suecia, país al que llegó como refugiado político en 1975. Ha publicado: Malena y Cíber (Ediciones Trilce, Montevideo, 1996; (bajo el heterónimo de Martina Martínez), Poemas frugálicos 3; edición que recoge tres libros anteriores, Ediciones Trilce, Montevideo,1998, Conversaciones y Volverá la loba... (Ediciones Trilce, Montevideo, 2000, bajo los heterónimos de José José y Camilo Alegre), Korta Dikter , Ediciones Heterogénesis, Suecia, 2000 versión en sueco de Poemas Frugálicos y la reedición de los mismo en España a cargo de la ya antes citada Ediciones Libertarias.
Algunos de su poemas han sido traducidos al inglés, francés, persa, portugués y macedónico.
Poemas Frugálicos 124 páginas Ediciones Libertarias Madrid 2004

Saturday, December 23, 2006

CORTOS, SOSTENIDOS, INTENSOS

Brecha, 12 agosto 2005
Álvaro Ojeda
La clasificación neológica de “frugálicos” describe convenientemente a estos poemas de Hebert Abimorad (Montevideo, 1946), poeta que utiliza, con habilidad y eficiencia, el haiku japonés, el epigrama clásico grecolatino y la sentencia ingeniosa a la manera de las greguerías de Ramón Gómez de la Serna, para lograr un efecto lapidario sobre el lector. Lapidario, no simplista, ni reducidor.
Son frugales entonces estos textos –métricamente hablando– porque la acepción de frugal opera como una guía por la cual Abimorad pretende connotar cierto carácter de parquedad que en este caso involucra a la extensión de la escritura y no al comer o al beber.Despejada la clasificación neológica queda por delante la poesía y ésta presenta suerte variada. El primer sector del poemario parece ser el estrictamente frugálico y avanza hacia un segundo sector que se denomina Exilio y que a la vez inaugura tres sectores más; Ayer hoy y mañana, Méjico, y Destinos, ya en una clave más tradicional en cuanto a extensión y a propuesta, aunque la parquedad y la concisión acompañan la creación poética como una especie de disciplina asumida, de ejercicio de estilo, de vocación por sugerir mucho escribiendo muy poco por poema, aunque en honor a la verdad el libro acumula desde su brevedad, y alcanza las 124 páginas en un discurso que vuelve una y otra vez sobre los mismos asuntos con variantes caleidoscópicas de enfoque, de ángulo, o con consolidaciones más o menos rastreables. En el poema “La cadena”, el poeta escribe: “La cadena/ de eslabones grandes y pequeños/ se está oxidando/ los eslabones pequeños/ frágiles/ se descomponen primero/ los eslabones grandes/ fuertes/ se desesperan/ al ver la cadena romperse.”. Unas veinte páginas antes el poeta había escrito sentenciosamente: “El eslabón débil fortalece la seguridad de la cadena.” En ambos textos subyace la defensa de los débiles como apología engañosa, aunque necesaria, de la fortaleza también engañosa o en todo caso provisoria, de la cadena. Una cadena que contribuye a mantener la cohesión pero que a poco de observar su estructura presenta signos de fragmentación. Su contrapartida podría ser una lectura desde la debilidad siempre aparente de los elementos más frágiles de un objeto, y su viceversa. Una lectura que encuentra en la frugalidad del neologismo una nueva razón de ser: poemas cortos que escandalizarían a las lecturas político ideológicas al uso del siglo xx en una nueva vuelta de tuerca de las connotaciones de un texto poético y a la vez una ratificación de esas mismas lecturas ideologizadas que hacían hincapié en lo subyacente de los actos de los hombres.Es sin duda más disfrutable ese primer sector más decididamente frugálico del libro en donde Abimorad consigue ingeniosas reflexiones fotográficas –como los haikus aconsejan– que el intento no del todo logrado de mantener el soplo de lo instantáneo en los sectores más tradicionales del libro. Como muestra de semejante operación de síntesis se encuentra el arte poética del autor, práctico y conciso: “Poesía. Camino recto/ Con diferentes finales/ Elección”, o el mismo procedimiento para definir a la prosa: “Prosa. Un laberinto./ Disposición./ Un solo final.”.No obstante el intelecto no gana toda la partida y la poesía de tono más secular logra redondear una idea de eterno retorno bastante pesimista, sobre patria y pueblo, con antecedentes en la poesía uruguaya más o menos reciente.“ayer los uruguayos/ más o menos/ le cantábamos a los farolitos/ los cruces de calle/ algo del 32/ y dos goles casuales/ hoy/ más o menos/ la misma cosa.”Poemas frugálicos, de Hebert Abimorad. Ediciones Libertarias, Madrid, 124 págs.

Friday, December 22, 2006

PRESENCIA DE UN POETA

Por Sarandy Cabrera , El país cultural, número 265, 2 de diciembre de 1994
Sobre “ Poemas frugálicos
Te transcribo lo que resalta


“Es reconfortante decir que sus poemas reflejan verdaderamente el poeta, es decir a alguien que ha experimentado “iluminaciones”, las que por serlo se manifiestan en forma de expresión poética directa sin que medien líneas de paso de un territorio a otro; es decir que Abimorad crea con la certeza del verdadero poeta y así lo transmite.
Esta obra, que ha sido estructurada mayoritariamente en forma de brevísimos poemas con una formulación próxima a la del hai-kai o a la gregería de Gómez de la Serna, esta llena de convicción, verdad y sabiduría. La propia brevedad de los textos no impide una carga de sugerencia y expresividad y les da un valor aforístico a veces irónico a veces crítico pero siempre en aquella zona de las ideas y de los valores que importan desde una perspectiva humanística.”
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de Jorge Albistur sobre Voces Ecos ( suplemento cultural El Día, 25/3/89

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Pocas poetas confían más en la eficacia expresiva del lenguaje que el H. Abimorad de este libro. No hay ningún hermetismo, y cada poema es breve y diáfano, seco casi en su apuesta a la gravidez natural de los vocablos familiares. Ilustra una modalidad directa, que consiste en no decir precisamente aquello que es medular en una situación afectiva, sino indicar claramente a las circunstancias que la motivan”.
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Wednesday, December 13, 2006

Cuadernos de Marcha

Poemas frugálicos ( Ediciones Trilce, 1998)

Guillermo Querejazu

Cuadernos de Marcha, 1998

Hebert Abimorad es un pensador inteligente y fiel a sus principios. Aunque no conozco su obra leí detenidamente sus poemas Poemas Frugálicos y me atrevería a interpretar que la trama de sus pensamientos – entretejidos de poesía viva- son la misma trama de nuestros sueños y nuestras predicciones. De nuestras preguntas y nuestros dilemas, de nuestras felicidades y nuestras desdichas. Por momentos parece que a H. Abimorad alguien le hubiera arrancado algo, o mentido. Tal vez el propio sistema. Y se nota en sus versos a veces fugaces, que por ello ha padecido. “La verdad es el aperitivo de la mentira.” O cuando dice “La mentira es la dieta de la verdad.” ¿,De qué verdad nos habla? No tenemos que estar de acuerdo, pero esta es su verdad, su experiencia propia, y eso es irrefutable.
A veces una vida tremenda y llena de vicisitudes ha hecho a algunos hombres a hacerse artistas de sangre. Han tenido que subirse a esa escalera y mirar detrás del gran muro. Ya no importa explicar a los demás por qué circunstancias se ha debido subir a esa escalera sino tratar de contar con entusiasmo que vemos desde allí. En primer lugar la infancia, como dice el poeta. “Oh lejano Paraíso” o como retrata H. Abimorad, Juventud: Fragancia de la memoria.”
Esperando encontrar aquellos caramelos del cual sólo hallará “sus envolturas”, un vacío solo capaz de sustituir fugazmente con sus versos frugálicos.
Cuando Abimorad dice que “en un camino recto sin curvas el conductor se duerme”, podría interpretarse como la lucha contra el tedio cotidiano, como que la vida sin asechanzas no tendría sentido, una vida sin ideales haría dormir a cualquier conductor. Pero el espíritu del poeta no puede dormir frente a las injusticias de los hombres, ni puede dejar de pestañear frente a la belleza del mundo, un mundo empecinado a veces cruel como el verso, y no menos maravilloso.
¿Qué haríamos sin ilusiones? Qué haríamos sin esas pequeñas fantasías que esconden grandes verdades, aquellas a las que H. Abimorad nadie aún se las ha podido decir, y trata de revelarlas en sus propios versos.
“Ese pájaro que golpea mi ventana en primavera, aún no sé su nombre...”
Acaso si descubriera, si descubriera ese nombre,...que más quedaría.¿ Si desaparece el misterio que hace mover la pluma, su motivo para escribir también no se desvanecería como el día?

Cuadernos de Marcha, 1998